Fecha
10 julio 2023

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El economista que cambió los deportes

¿Sabías que un economista fue el responsable de cambiar para siempre todos los deportes?

La película “moneyball” nos narra la historia de Billy Beane, manager deportivo de los Oakland Athletics. Equipo de béisbol de la MLB (liga de béisbol americana). 

Al finalizar la temporada 2001/02 el equipo acababa de realizar una buena temporada, pero no serían capaces de renovar a su jugador estrella Jeremi Giambi para la siguiente temporada, puesto que otros equipos con mayores presupuestos podían ofrecerle un mejor contrato. Ante tal situación el manager deportivo debía decidir que jugadores fichar para sustituir al que había sido su estrella hasta entonces, pero ninguno de los candidatos le acababa de convencer.

Billy Beane acudió a un joven economista llamado Paul DePodesta (Peter Brand en la película). Ambos aplicaron la estadística y el análisis de datos para tomar decisiones acerca de los nuevos fichajes que deberían abordar. Esta decisión causó mucho revuelo dentro del equipo, ya que como siempre los cambios, acostumbran a generar desgaste para cualquier organización. Finalmente consiguieron convencer a la cúpula directiva para aplicar dichos cambios.

Se reclutaron jugadores sin demasiado cartel pero que a nivel estadístico cubrían justo las necesidades específicas que tenía el equipo. Los resultados no tardaron en aparecer y la siguiente temporada consiguieron la mejor racha de victorias consecutivas y clasificaron un equipo pequeño para jugar el torneo para el título.

Hasta ese momento, en cualquier deporte, los equipos trataban de fichar siempre al “mejor” jugador disponible en el mercado para la posición que se quería cubrir o fortalecer. De esta forma los grandes equipos o con mayores presupuestos, coleccionaban a los mejores jugadores y conseguían ganar el mayor número de campeonatos. Mientras los equipos con presupuestos más ajustados se disputaban el resto de jugadores con menos cartel. 

La hazaña alcanzada por los Oakland Athletics, abrió el camino a una nueva forma de confeccionar plantillas. Este cambio consiste en elegir a jugadores concretos para confeccionar una plantilla en función de las necesidades específicas y cuantificables del equipo.

Con el tiempo, la incorporación del análisis de datos para la confección de equipos llegó a otros deportes como el baloncesto. Dónde el equipo que ha marcado los últimos tiempos, los Golden State Warriors de San Francisco, han utilizado el lema “Strength in numbers” una clara alusión al uso de datos estadísticos.

Hasta ese momento la NBA era una liga exclusivamente hecha para gigantes, de más de 2,10m de altura, el juego era lento y con muchos contactos. El uso de la estadística, impuso el que ahora se conoce como “small ball” impulsado por los mismos warriors, donde los equipos practican un juego más rápido, priorizan el uso del tiro de 3 puntos y podemos ver equipos donde ningún jugador sobrepasa los 2,00m de altura.

Cuantificar, medir y analizar nos permite tomar decisiones con un mayor uso de la racionalidad y la parte visual, o emocional queda en un segundo plano. Además nos permite hacer un uso más eficiente de nuestro tiempo y recursos. Entender que escoger una menos acertada nos puede representar un “coste”, es clave para tomar buenas decisiones.

En términos financieros, este “coste” lo definimos cómo el coste de oportunidad. Igual que en los deportes, es de vital importancia utilizar los recursos, que són limitados, para asignarlos a aquellos activos que nos ofrezcan el mejor rendimiento ajustado a nuestros objetivos.

Como inversores también debemos aplicar la lógica del coste de oportunidad en nuestras decisiones financieras y no dejarnos llevar por otros productos que por, atractivos que parezcan, ofrezcan buenas rentabilidades. En primer lugar debemos identificar claramente nuestras necesidades financieras, posteriormente analizar qué instrumentos tenemos disponibles y entender sus costes de oportunidad.

Pongamos un ejemplo. Queremos invertir un importe de 10.000€, para asesorarnos acudimos a nuestra entidad financiera de confianza, que sin mediar pregunta, nos ofrece un producto con un retorno anual del 1%, durante los próximos 5 años. En tal caso cada año recibiremos 100€ y la suma total ascenderá a un valor de 500€. Pero ¿Esto sería una buena decisión?

En primer lugar deberíamos preguntarnos, ¿Con qué objetivo estamos invirtiendo este importe? Si la respuesta es, por ejemplo, adquirir un vehículo justamente dentro de 5 años, cómo el plazo coincide, esta opción la podremos considerar válida. En caso contrario. Probablemente podamos encontrar mejores alternativas.

Por seguir con el ejemplo,(teniendo en cuenta que realmente por casualidad el plazo de la inversión propuesta coincide con nuestro objetivo) si existe otro instrumento alternativo que nos ofrece una rentabilidad esperada promedio del 5% en el mismo plazo de 5 años. El coste de haber tomado la primera opción sería la diferencia entre ambas rentabilidades (500€-2500€= 2000€). Si no hubiéramos tenido en cuenta todas las alternativas disponibles, probablemente hubiéramos pensado que obtener 500€ es una buena opción. Sin embargo, al analizar todas las opciones, vemos que tomando dicha opción estamos dejando de ganar 2000€.

La percepción de ser la “mejor” opción deja de ser subjetiva y pasa a ser totalmente objetiva y cuantificable.

Fecha
10 julio 2023

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