Los mercados financieros
Ese lugar donde se citan grandes patrimonios, inversores, profesionales, asesores, gestores, personas con información asimétrica, empresarios, pequeños ahorradores e incluso bancos centrales. Ese lugar donde todo agente económico busca más y mejor información con el objetivo de obtener más rendimiento de su dinero. Pero realmente… ¿Qué buscamos en ellos?
Pero realmente… ¿Qué buscamos en ellos?
La respuesta sencilla sería conseguir una atractiva rentabilidad de nuestros ahorros, ajustada a un riesgo limitado. Pero vamos a hacerlo más simple. Lo que buscamos realmente es:
I) Comprar activos cuyo valor intrínseco es mayor que el precio el cual nos ofrece el mercado.
II) Vender activos cuyo precio de mercado es mayor que su valor intrínseco.
Si analizamos lo comentado, nos puede surgir una primera duda. ¿Podría ser que el mercado no sea eficiente y los precios de los activos no reflejan la realidad? Es ahí donde precisamente quiere llegar el análisis fundamental. Y de aquí su valor.
Por ponerlo en contexto, el análisis fundamental es el que utiliza una serie de datos tanto macroeconómicos, como sectoriales y financieros de la empresa en particular, para seguidamente procesar, analizar y extraer una conclusión respecto a la valoración de un activo. Es decir, a través de unos inputs (estimaciones futuras según datos del presente/pasado), podríamos llegar a obtener un resultado (una estimación de valoración de un activo).
Debemos tener claro que hay determinados niveles de convicción en estas valoraciones. Dependiendo de la información que poseemos, la veracidad de los datos o la capacidad de las predicciones en convertirse en realidad, entre otros factores, llegaremos a conclusiones de una forma más o menos segura.
Pero… ¿Cómo se realiza el análisis fundamental? ¿Y qué tiene que ver todo esto con los tipos de interés?
Vayamos paso a paso para finalmente ver cómo todo se relaciona.
Podríamos encontrar tres maneras distintas de valorar una empresa a nivel fundamental. En este artículo entraremos en más detalle en una de ellas , el resto las veremos de forma rápida y ampliaremos la información en próximos artículos.
I) Descuento de flujos de caja. Podemos ver en la empresa una máquina de generar flujos de caja, ya sea vía dividendos, vía flujo de caja para la empresa en general (accionistas + acreedores) o vía flujo de caja libre para accionistas. En todos los casos existen diferentes situaciones y suposiciones que deberíamos tener en cuenta. Para nuestro caso utilizaremos el FCF to Equity (flujo de caja libre para accionistas) para ejemplificar la situación expuesta.
II) Valoración por múltiplos. Aquí la situación es menos compleja. Tratamos ciertas variables (beneficios, flujos de caja operativos, valor en libros, ventas, etc) como determinantes para valorar una empresa y escogemos un múltiplo “medio” según sector, ámbito geográfico y/o tamaño de la empresa, y le añadimos un descuento o una prima según la calidad o particularidades de la empresa. Si la media de un sector es x15 beneficios y la empresa que valoramos merece un premium por tener menor deuda, pues quizás ajustaremos su valoración entre x16-x18 veces beneficios. Sería un “proxy” de este método de valoración.
III) Asset-based valuation. Para empresas cuyo valor se puede encontrar en el balance y/o en el mercado. Una Socimi con un solo activo inmobiliario, que a precio de mercado vale €2M, tiene €1M de deuda y €0,5M en el banco. Podríamos valorar la empresa en €2M (valor del activo) – €1M (deuda) + €0,5M (caja) = €1,5M. Podríamos extendernos y profundizar más, pero en términos financieros esto sería la esencia de esta metodología.
A continuación, profundizaremos más en el primer método de valoración descrito.
Free cash flow to Equity
El free cash flow to Equity sería, de una manera resumida, el dinero que queda libre para los accionistas después de pagar todos los gastos operativos, intereses y principal de préstamos, y además, después de pagar todas las inversiones necesarias para seguir manteniendo la empresa en funcionamiento y en crecimiento.
Y… ¿Esto determina el valor de mi empresa?
Pues sí. Si el FCF to Equity es lo que queda para los accionistas después de pagarlo todo, tiene sentido que si descontamos los FCFE futuros a presente nos diera, a fecha de hoy, la valoración del capital de la empresa.
Imagínate que creas una empresa y a partir del año 1 vas a tener 100.000€ de FCF para los accionistas. Para ponerlo sencillo, estos 100.000€ se van a generar a perpetuidad, es decir de forma constante y sin variación ad infinitum. ¿Cuánto vale la empresa?
Pero, no es todo tan fácil. ¿Qué tasa de descuento utilizamos?
La tasa de descuento es lo que le requerimos a la inversión, por lo que es una suma de una tasa libre de riesgo más un % de incremento debido al riesgo asumido. Algún día hablaremos más en detalle sobre la tasa de descuento y cómo llegamos a ella, pero podríamos ejemplificar la ecuación como:
Tasa de descuento = Inversión libre de riesgo (bono gubernamental a largo plazo) + equity risk premium.
El equity risk premium lo consideraríamos el rendimiento extra que un inversor exige a una acción por invertir en ella y estar sujeto al riesgo que ello conviene.
Volvemos a lo esencial, ¿Cuánto vale mi empresa?
A perpetuidad sería = FCF Equity del año 1 / (tasa de descuento – crecimiento del FCFE)
En este caso tenemos que sería = 100.000 / tasa de descuento. No utilizamos el crecimiento del FCFE ya que en este caso sería igual a 0. Así que falta averiguar la tasa de descuento.
En Estados Unidos a fecha de 1 de enero el bono a 10 años estaba alrededor de un 1,5%. Y ponemos un Equity risk premium estándar (ficticio para ejemplificar) para el mercado de USA de un 7%. Entonces tenemos que nuestra empresa con 100.000€ de FCF para los accionistas a perpetuidad tiene un valor de: 100.000€ / (0.015 + 0.07) = ~1.175.000€
Y hoy, ¿Después de 4 meses?
No ha cambiado nada para la empresa. Seguirá teniendo los mismos números y le seguiremos exigiendo lo mismo en términos de equity risk premium, pero… ¿Tiene el mismo valor? No.
Debido a la alta inflación, algunos bancos centrales han empezado a subir tipos de interés (entre ellos la FED) y se espera que así sigan, disparando el rendimiento de la inversión libre de riesgo. El bono USA a 10 años se encuentra a fecha presente alrededor de 2,75%. Así que si volvemos a realizar el mismo ejercicio tenemos que la valoración de nuestra empresa (sin cambiar nada de nada en ella) actualmente es de 100.000€ / (0.0275 + 0.07) = ~1.025.000€. Los analistas ajustan sus valoraciones por un aumento de la tasa de descuento y el mercado actúa bajando (vendiendo las acciones cuyo precio está por encima de su valor intrínseco).
En conclusión:
– Los fundamentales de mi empresa no han cambiado nada, y por una situación externa, la cual no puedo controlar, mi empresa al cabo de 5 meses tiene un valor ~12,75% inferior.
– Debemos de tener en cuenta que los números son ficticios y que hay variables no presentes que son de mucha importancia, como el crecimiento del FCFE a perpetuidad, y el timming de los FCFE futuros, los cuáles un aumento de la tasa de descuento les afecta mucho más que una empresa con FCFE presentes más elevados (es el caso de las empresas de crecimiento). Hemos querido simplificar el modelo para apreciar y entender bien la correlación entre variables cómo la inflación, los tipos de interés y el valor de las acciones.
– Las variables cambian y así lo hacen también los mercados. Una relajación de subida de tipos o un catalizador de crecimiento haría volver la valoración de la empresa a la situación inicial. Lo mismo sucede con los mercados financieros en la actualidad.
En Ginvest, así como gran parte del mercado, hemos experimentado lo comentado en este artículo en nuestras carteras. Y es que, al ser poseedores de empresas, estamos sujetos a las actuaciones de los bancos centrales y sus efectos en las valoraciones de los activos que poseemos.
A pesar de ello, y de la presión actual de mercado, tenemos el deber de mantener la calma y focalizarnos en lo que podemos controlar: la construcción de carteras resilientes, con activos de calidad, diversificadas a nivel geográfico y limitando nuestra exposición a ciertos riesgos. Aunque el corto plazo está marcado por eventos exógenos a nuestra toma de decisiones, tenemos la obligación de alejarnos del ruido y seguir actuando con sentido común y con el máximo rigor posible.