En 1915 un genio llamado Albert Einstein publicó la Teoría de la Relatividad General, la cual nos viene a decir que el tiempo es relativo y este se mide en función de la velocidad y el campo gravitatorio al cual está sometido un objeto.
Personalmente me encanta extrapolar las ideas de la física al campo de la vida real y es allí donde me di cuenta de la Teoría de la relatividad de la felicidad. ¿Qué le parece si le digo que la felicidad es relativa y esta se mide en función del dinero y del tiempo que dispone una persona?
El dinero, este instrumento fiduciario que el 99% de los seres humanos de la tierra utilizamos para comprar y vender todo tipo de objetos y servicios. La felicidad, ese concepto abstracto producto de las emociones humanas, pero que todos deseamos llegar a ella.
¿Existe una relación entre ambos conceptos? Seguramente le han planteado muchas veces la típica pregunta de si el dinero proporciona la felicidad y se habrá parado durante unos instantes a pensarlo para llegar a una conclusión. Permítame decirle que esta podría carecer de sentido si en su análisis ha omitido la inclusión de una tercera variable: el tiempo.
¿Tiempo, dinero y felicidad? El solo planteamiento de la ecuación ya produce una cierta imagen de satisfacción.
El tiempo, un bien finito del que todos los humanos, partiendo de una esperanza de vida media, disponemos de la misma cantidad desde el día en que nacemos. Se trata de un concepto aún más complicado de definir que la propia felicidad, siempre ha estado allí, es imparcial, inmaterial e infinito, pero que a usted y a la persona más rica del mundo la madre naturaleza les ha obsequiado con la misma cantidad. Es precisamente esta variable la que define la propia relatividad de la felicidad.
Habrá leído que solamente el 1% de la población mundial se puede considerar rica, es decir, que si usted acaba de nacer ahora mismo la probabilidad de ser hijo de un multimillonario, es muy baja. Pero tranquilo, nacer pobre no es su culpa, muy distinto será como acabe el día en que se marche de este mundo. Desde su nacimiento tiene una determinada cantidad de tiempo para invertir de la forma que usted quiera. Esta inversión determinará quién es al final de su vida.
¿Significa esto que debo dedicar su vida a generar la máxima cantidad de dinero posible? ¡Por supuesto que no! Y es justo aquí cuando cobra más importancia la relatividad de la felicidad.
Los tres Estadios
En primer lugar debemos aceptar que existe un umbral donde cualquier aportación extra de dinero nos crea una gran felicidad. Me estoy refiriendo a aquellas personas que viven en la pobreza extrema y que un dinero extra puede representar la comida de una semana. El estadio de la supervivencia. Las necesidades biológicas se imponen por delante de las demás cosas y la felicidad se reduce al mero hecho de poder alimentar a su familia.
En segundo lugar, pasada la etapa de supervivencia, el ser humano tiende a buscar mayores comodidades en su vida, adquirimos distintos objetos fruto de la innovación tecnológica que nos hacen la vida más fácil. Compramos un automóvil, una cama mejor, una televisión, una lavadora, e incluso una casa. El estadio de la seguridad financiera.
Por último y en tercer lugar, cuando se tienen cubiertos los anteriores estadios, la mayoría de las personas buscan cómo disfrutar de su tiempo libre. Viajar alrededor del mundo, pasar más tiempo con su familia, participar en múltiples organizaciones benéficas, etc. El estadio de libertad financiera.
Si nos fijamos, a partir del segundo estadio, se empieza a gastar el dinero para obtener tiempo. Es decir, el dinero se convierte en un mero instrumento para alcanzar aquello que todos deseamos: emplear nuestro tiempo en aquello que nos proporciona mayor felicidad.
La conclusión de la teoría de la relatividad de la felicidad nos viene a decir que el objetivo de la vida no se basa en alcanzar un gran patrimonio, sino en ser libre, pero para comprar dicha libertad es necesario poseer una cantidad de dinero importante.
Probablemente, si está leyendo esto, usted ya se encuentra en el segundo estadio y ahora mismo se estará preguntando cómo llegar al tercer estadio sin sacrificar más tiempo de su vida del que ya emplea para generar su poder adquisitivo actual.
Déjeme decirle que tengo una solución para usted, que su dinero trabaje para usted “mientras duerme”. Para conseguir esto un método eficaz es invertir su dinero mediante fondos de inversión y otros vehículos financieros para obtener rendimientos y aumentar su patrimonio con el tiempo.
Invertir nuestro dinero de manera inteligente puede liberar tiempo, proporcionarnos estabilidad financiera y la libertad para disfrutar de la vida. Sin embargo, la clave para la felicidad financiera radica en comprender que el dinero es solo un medio para alcanzar nuestros objetivos, y la verdadera satisfacción proviene de la búsqueda de experiencias significativas y conexiones humanas que nos enriquezcan emocionalmente.
Al invertir con propósito y consideración, podemos aspirar a un futuro más próspero y equilibrado en el que tanto nuestro tiempo como nuestro dinero trabajen en armonía para mejorar nuestra calidad de vida y bienestar general.
Feliz verano.